La cineasta y creadora argentina Amalia Ulman ha dejado una impresión significativa en la Berlinale con su última cinta, «Magic Farm». Esta producción, que mezcla comedia y comentario social, proporciona una perspectiva aguda sobre la forma en que las noticias falsas, la ignorancia y el oportunismo pueden dar forma a historias sin ser desafiadas por la comunidad.
«Magic Farm» cuenta la historia de un grupo de filmación estadounidense que se traslada a Argentina con la intención de documentar a un músico en ascenso que ha ganado fama en las plataformas sociales. No obstante, por un error geográfico, el equipo termina en el país incorrecto. En lugar de reconocer su fallo, optan por contratar a personas locales y crear una tendencia desde cero, examinando así lo sencillo que es construir realidades ficticias en la era digital.
«Magic Farm» narra la historia de un equipo de filmación estadounidense que viaja a Argentina con el objetivo de documentar a un músico emergente que ha ganado popularidad en las redes sociales. Sin embargo, debido a un error geográfico, el equipo aterriza en el país equivocado. Lejos de admitir su equivocación, deciden contratar a locales y fabricar una tendencia desde cero, explorando así la facilidad con la que se pueden construir realidades ficticias en la era digital.
Ulman ha manifestado en entrevistas su inquietud por la diseminación de información manipulada y su capacidad para influir en la opinión colectiva. Destaca que, sobre todo en el terreno político, la propaganda puede lograr que ideologías extremas se vean atractivas para los jóvenes, algo que considera potencialmente riesgoso.
La directora tiene experiencia en analizar las dinámicas de la información y la percepción social. En 2014, realizó una actuación en Instagram en la que inventó una identidad falsa, llevando a sus seguidores a creer en una narrativa fabricada. Este proyecto destacó cómo las personas tienden a aceptar como verdad lo que encuentran en las redes sociales sin ponerlo en duda.
En «Magic Farm», Ulman toma inspiración de medios como Vice y su plataforma digital Vice News, que se presentan como fuentes alternativas de información pero que, según la directora, en ocasiones construyen y alteran los datos. Ulman subraya que, aunque el documental se vea como un género imparcial, siempre hay un nivel de edición y selección que afecta la historia final.
La película también alude a fenómenos virales y tendencias «hipster» que han capturado la atención en Occidente, como el caso de artistas como La Tigresa del Oriente o Delfín hasta el fin. Ulman reflexiona sobre cómo ciertas modas y tendencias son seguidas en masa sin que las personas entiendan del todo por qué, mostrando un tipo de comportamiento gregario en la sociedad actual.
La selección de Argentina como telón de fondo no es arbitraria. Ulman emplea el país para evidenciar la ignorancia que ocasionalmente demuestran los medios internacionales al abordar historias en regiones que no conocen bien. La historia revela cómo, a causa de malentendidos culturales y lingüísticos, se pueden construir narrativas equivocadas que, no obstante, son consumidas y aceptadas por audiencias de todo el mundo.
La elección de Argentina como escenario no es casual. Ulman utiliza el país para resaltar la ignorancia que a veces exhiben los medios internacionales al cubrir historias en lugares que desconocen. La trama muestra cómo, debido a malentendidos culturales y lingüísticos, se pueden crear narrativas erróneas que, sin embargo, son consumidas y aceptadas por audiencias globales.
La recepción de «Magic Farm» en la Berlinale ha sido positiva, consolidando a Ulman como una voz innovadora en el cine contemporáneo. Tras el éxito de su ópera prima, «El Planeta», esta nueva obra reafirma su capacidad para combinar arte, crítica social y narrativa cinematográfica de manera efectiva.